Son tiempos convulsos para Europa. Con la aparición y auge del euroescepticismo en muchos parlamentos nacionales, el brexit británico consumado en enero de 2020, el medio ambiente y una crisis económica que afrontar tras la sanitaria, el futuro se atisba complicado.
Pero como dice el dicho, a grandes males grandes remedios. Por mucho que pueda sonar a cliché, lo cierto es que las situaciones complicadas son las mejores épocas para reinventarse y apostar por la innovación. Debemos ver la pandemia como la oportunidad gigantesca que es: un catalizador de procesos, ideas y estrategias.
Ya lo hemos visto a nivel personal. En un tiempo récord hemos trasladado la oficina, la escuela, los cines y hasta los gimnasios al hogar. De la misma forma, a nivel colectivo también debemos aprovechar la oportunidad para dar pasos hacia adelante en ámbitos estratégicos. Cuestiones como el medio ambiente, el clima, la sostenibilidad y la energía limpia son tareas que tenemos pendientes. Organismos, empresas y estados han impulsado iniciativas y proyectos en los últimos años, sí, pero ahora tenemos la verdadera oportunidad de apostar decididamente por ellas como alternativas estratégicas con las que reinventar Europa.
Hablamos de la oportunidad de apostar por políticas que van muchísimo más allá de la responsabilidad social corporativa (RSC) de las empresas que en no pocas ocasiones se perciben como medidas cosméticas. Tampoco se trata ya de apostar únicamente por cuidar nuestro planeta, los ecosistemas y la biodiversidad. Se trata de reinventar industrias y modelos de negocio enteros hacia un sistema de consumo circular, de impulsar energías limpias hasta lograr la neutralidad climática en 2050, de apostar por una movilidad sostenible e inteligente y de promover ecologización de presupuestos nacionales y el fomento de la innovación. Es decir, hablamos de elaborar un plan transversal e intersectorial que apueste por una estrategia de futuro inteligente, moral y ganadora.
El plan: El Pacto Verde Europeo
La Comisión Europea parece tenerlo bastante claro. En su comunicado de 11 de diciembre de 2019 establece una hoja de ruta inicial de las políticas y medidas clave necesarias para hacer realidad lo mencionado anteriormente vía el Pacto Verde Europeo. En su introducción define el Pacto Verde Europeo como “nueva estrategia de crecimiento destinada a transformar la UE en una sociedad equitativa y próspera, con una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva, en la que no habrá emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y el crecimiento económico estará disociado del uso de los recursos”.
Como puede apreciarse en la imagen, el Pacto Verde Europeo tiene múltiples aristas muy interesantes (que cubriremos y desarrollaremos en próximas entradas del blog):
La economía y el medio ambiente
El único problema con planes tan ambiciosos es que deleguemos esa iniciativa a terceros. Es lo cómodo, pero como individuos y consumidores que somos, tenemos mucho que decir. Si fuésemos inteligentes deberíamos comenzar a exigir sostenibilidad, innovación y garantías fiables en todos los productos que consumimos (tanto a los europeos como a los importados de terceros países). Es importante comenzar a rehusar poco a poco del modelo cortoplacista de comprar-usar-tirar y apostar por modelos que, aunque ahora puedan ser un poco más costosos, sí apuestan innovar y ser sostenibles favoreciendo el medio ambiente en el largo plazo. Favorecer esa apuesta depende de nosotros pues el mercado se modela según nuestras exigencias y preferencias. La oferta se adapta a los reclamos de la demanda y no al revés.
Este tema es tan importante que, según la propia Unión, es uno de los pocos ámbitos en los que los europeos podemos liderar. Si miramos alrededor, el crecimiento económico se da fuera de Europa, el aumento de la población tiene tintes africanos y la carrera tecnológica la van ganando asiáticos y americanos.
El liderazgo en el campo de la economía sostenible deber ser europeo. No podemos perder este tren, nos va el futuro en ello.