Quien cultiva y siembra uvas, sabe de primera mano que requiere su esfuerzo conservar frutas, a la uva no le sientan bien las lluvias torrenciales, las sequías prolongadas o las plagas. Es decir, la uva es frágil y no le gustan las situaciones extremas. Como muchos de nosotros, la uva prefiere la tranquilidad.
De la misma forma, la mayoría de productos que consumimos día a día (medicamentos, frutas y verduras, carnes y pescados etc.) también son delicados y requieren una condiciones atmosféricas muy concretas en su transporte y conservación para ser seguras y no echarse a perder.
Uno de los requisitos más importantes para conservar las propiedades, la calidad y la seguridad de los alimentos y medicinas es el de respetar su cadena de frío. Esta no es otra cosa que mantener un producto delicado bajo un intervalo de temperaturas determinado durante su producción, transporte, almacenamiento y venta. Es decir, consiste en mantener unas condiciones térmicas determinadas a lo largo de la cadena de suministro.
En CLCircular ofrecemos dicho control para conservar frutas, verduras, medicamentos… Con pequeños dispositivos digitales que viajan junto a los productos monitorizando toda clase de parámetros ambientales. Sin embargo, una de las razones que hacen interesantes a estos dispositivos es que, además de ser garantes de unos estándares de calidad y seguridad, son el mejor mecanismo de alerta para la gestión de imprevistos. Los data loggers luchan contra los cisnes.
Uvas, cisnes e imprevistos
Tal y cómo lo describe el filósofo Nassim Taleb, un “Cisne Negro” es un suceso atípico, de alto impacto y de imposible previsión. Como ejemplos, son Cisnes Negros los atentados del 11S, las guerras mundiales o la revolución francesa. Son sucesos que, aunque tengan un fuerte impacto, no se pueden prever y, por lo tanto, no deberían de preocuparnos en exceso.
Sim embargo, en el día a día, existen otra clase de sucesos que podríamos calificar como “Cisnes Grises”. Estos son sucesos que, aunque inciertos, sí que podemos prever su posible materialización, así como el probable alcance de su impacto en caso de que sucedan. Los cisnes grises se distinguen de los cisnes negros porque se pueden prever sus consecuencias y por lo tanto podemos tomar medidas preventivas frente a ellos. Ejemplos de este tipo de cisnes son que se te queme la casa, que tengas un accidente de coche o que a nivel global estalle algún desestabilizador como la actual pandemia.
En el ámbito logístico, las cadenas de suministro suelen funcionar bien y son eficientes en sus operaciones; salvo cuando no lo son. Como en todos los ámbitos de la vida, en la logística a menudo suceden imprevistos o “cisnes grises” que hacen que los plazos no se cumplan, las condiciones de conservación no se respeten y que en general, por un millar de reacciones en cadena, las cosas no funcionen como en el papel. El ejemplo más reciente es el retraso en la recepción de contenedores llenos de fruta por el colapso de contenedores en los puertos a causa del coronavirus en China o Europa, que dificultan la labor de conservar frutas y verduras, y que han supuesto la pérdida de mucha comida.
El problema está en que, a los productos del ámbito alimentario y sanitario, en su mayoría delicados y perecederos, les sientan especialmente mal esta clase de imprevistos porque se echan a perder. Y, aunque ya sabíamos que a la uva no le gustan los cisnes, ahora sabemos que agricultores, transportistas o distribuidores pueden tomar medidas frente a ellos.